Una autora que no conocen ni en su casa
Buenas, buenas, estimados lectores y lectoras de Mundo Lira. Espero que se encuentren muy bien. Demos inicio a un nuevo mes. Agosto, agostin, Agustin.
El día de hoy vengo con un tema un poco emocional que he decidido sacar en escrito, antes solo rondaba dentro de mi mente como una tormenta en un vaso de agua… sin agua.
Estos últimos meses han sido duros para mi, mi madre está enferma y durante su tiempo de recuperación me ha tocado encargarme del hogar, del cuidado de mi padre, quien también está delicado de salud y su comportamiento es de lo más degradante por su demencia no diagnosticada.
En una entrada anterior (el de los precios suben y el billete vuela) hable un poco de ello. Hable de como me estoy encargando de las cosas, de cocinar, de lavar, hacer encargos, las compras de medicinas y aguantando malos tratos, berrinches e insultos por parte de ellos. En resumen: no recibo ni un buen trato, ninguna consideración ante el esfuerzo que hago por ellos; ni hablar de como es la relación con ese par de muchachas que viven con nosotros, las nietas de ellos (es terrible).
Tras varios análisis mentales que reflexionan sobre los acontecimientos, cruces de palabras, acciones y otras cosas que no he pasado por alto en el entorno, adicionando varias conversaciones con mi bestie (Chaddetheo), desahogos emocionales a un pixel de personaje que deje traumado durante media hora (Perdóname, Garu BB), hablado con otras personas que me recomendaron buscar a Dios, a salir de la rutina con actividades exteriores, e incluso logré identificar algunos patrones de conductas y situaciones en uno de los PDF que una clienta me mandó para realizarle un mapa conceptual sobre el Síndrome de Sobrecarga en el Cuidado de Personas Mayores en Situación de Dependencia (uff, tremendo libro. Me hizo llorar amargamente por mis sentimientos rotos y aplastados por culpa de mis padres y gente que me rodea.)
He llegado a la conclusión que todo este quilombo que me ha estado destruyendo internamente en los últimos 12 años de existencia, se debe a la mala comunicación entre todos, los malos entendidos, el rencor, el odio, la falta de respeto, de interés, de empatía que encadena los vínculos familiares, la sobreexigencia de expectativas erradas, el desvalor que se vienen arrastrando de generaciones familiares anteriores y lo repiten como discurso de valor y bajo “disciplina” sin tener ese ápice de categoría. Gracias a ello, todo me da igual ahora; incluso veo a la muerte como una comadre de la vida.
Lo que todos estamos cargando es una cruz pesada que pronto nos aplastará por completo. Nadie hace el mínimo esfuerzo para vivir en paz, incluyendome. Aunque ya no sienta rencor por el pasado, siento que se me hace fuera de lugar volver a llevarme con alguien que se nota que no le importas, no le interesa en absoluto restaurar el vínculo de antes y prefiere fingir que no existes. Es lo mejor, créeme. Se evitan dramas innecesarios.
Todo sigue igual, y lo seguirá siendo porque nadie te va a tratar como tú esperas que lo hagan. Hago las cosas que esperan que haga para sentir que realizó una acción importante en mi vida o me veré obligada a cargar con ese sentimiento de culpa de no haber cumplido con mis tareas diarias, pese a que no estoy obligada a hacerlo. Es horrible esa sensación generada por mis propias inseguridades a causa de la mala crianza emocional de mis padres.
Me tengo que refugiar en las cosas que amo, aferrarme a ellas para olvidar todo el dolor de sentirme fuera de lugar en mi propia familia, en la sociedad y en el mundo exterior.
La escritura me ha dado el valor, la voz y la importancia personal de sentir que pertenezco a algo, aunque sea creado por mi; mi propio mundo, aunque nadie me lea.
Una escritora que no conocen ni en su casa… Suena duro, pero es real.
Al menos tengo el apoyo incondicional de Chaddy y mis hobbies para seguir en pie… solo un poco más hasta cumplir mis sueños.
Esto es todo por hoy. Nos vemos en la próxima entrada. Besos.
Lira.
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